domingo, 27 de enero de 2013

Otro capítulo de mi libro "Marie Anne y Yo"



4. La Casa.


Entre columnas firmes
y celosías de ensueño,
veo seguro el mundo
desde tus ventanas protectoras.

Pues la estabilidad está en mi alma
construida como artesano maduro,
mago de choza inamovible,
porque la Tierra fue mi hogar.

Aquellos pasos de montaraz
que antaño dejaron las sendas
de ciudades soleadas y capuchas de estrellas
trajeron los tejados que hoy me abrigan.

La intimidad tiene aroma a hogar
a cocina bruja de pastel de abuela,
biblioteca de amigable tabaco
y alcoba de esencias amorosas.

Eres bienvenido, oh amigo de la estepa,
pues hay lugar en la verdadera familia.
Desde el bravo enano que va a la guerra,
al erudito Hermes que fuma en la torre de abeto.

Vínculo fuerte y duradero
que ilumina los rostros de tertulia
y alargan abrazos en arboleda
de la plaza fuerte que llamamos hogar.

Acaloradas podrán ser las palabras
sin afectar la felicidad de los que residen,
pues no dejan que se oculte el sol
estando en recelo unos con otros.

Oh casa que nació del deseo,
lugar establecido para la entrega.
Del mundo traje tus encantos
para revestir las paredes con historias.

Conviertes al trotamundos en hogareño,
y rey al hombre protector.
La dama organiza la vida al día
y todos con sonrisas le rinden homenaje.

Que dicha es la que resguardas
de cotidiana felicidad
construyendo en rutinas
un objetivo para alborozar el alma.

Los sueños serán cumplidos
con las tareas de mis manos.
Y levantaré recuerdos afables
entre las maderas de tu interior.

Y como reyes de la morada
las riquezas no menguan,
al ensanchar tus territorios
dándole valor a la verde comarca.

Quizás llames a la comunidad cercana
y reuniones de cofradías andariegas.
Los encuentros de aquellos amigos de la vida
serán el ágape a la memoria eterna.

La familia es elegida mágica
como un clan unido de los cuatro vientos,
apoyándose mutuamente y en común acuerdo
en pos de un mismo objetivo.

Los momentos de estudio y la jarana nocturna
hinchan nuestros corazones de secreta burguesía.
Cuida, camarada querido, de tantas comilonas
y vuelve a la caminata, el huerto y el frutal.

La esperanza de amores
llegan en los bailes del pueblo.
Y para los unidos en fiestas,
el hogar es el rincón perfecto.

Oh, casa de cerco de Cedro
y escaleras de pulido Fresno,
te alzas blanca en maderas trabajadas
bajo tejas de Roble cantor.

Oh casa que el jinete a dejado,
y resguardas un corazón anillado;
el árbol y el trébol vigilan el jardín
de lechuzas, zorras y serpientes.

Eres estable, morada soñada,
y si alguien me pregunta por tiempo
diría que en un año, oh bello hogar,
construí una vida, oh, casa mía!
Foto: Otro capítulo de mi libro "Marie Anne y Yo"

4. La Casa.

Entre columnas firmes
y celosías de ensueño,
veo seguro el mundo
desde tus ventanas protectoras.

Pues la estabilidad está en mi alma
construida como artesano maduro,
mago de choza inamovible,
porque la Tierra fue mi hogar.

Aquellos pasos de montaraz
que antaño dejaron las sendas
de ciudades soleadas y capuchas de estrellas
trajeron los tejados que hoy me abrigan.

La intimidad tiene aroma a hogar
a cocina bruja de pastel de abuela,
biblioteca de amigable tabaco
y alcoba de esencias amorosas.

Eres bienvenido, oh amigo de la estepa,
pues hay lugar en la verdadera familia.
Desde el bravo enano que va a la guerra,
al erudito Hermes que fuma en la torre de abeto.

Vínculo fuerte y duradero
que ilumina los rostros de tertulia
y alargan abrazos en arboleda
de la plaza fuerte que llamamos hogar.

Acaloradas podrán ser las palabras
sin afectar la felicidad de los que residen,
pues no dejan que se oculte el sol
estando en recelo unos con otros.

Oh casa que nació del deseo,
lugar establecido para la entrega.
Del mundo traje tus encantos
para revestir las paredes con historias.

Conviertes al trotamundos en hogareño,
y rey al hombre protector.
La dama organiza la vida al día
y todos con sonrisas le rinden homenaje.

Que dicha es la que resguardas
de cotidiana felicidad
construyendo en rutinas
un objetivo para alborozar el alma.

Los sueños serán cumplidos
con las tareas de mis manos.
Y levantaré recuerdos afables
entre las maderas de tu interior.

Y como reyes de la morada
las riquezas no menguan,
al ensanchar tus territorios
dándole valor a la verde comarca.

Quizás llames a la comunidad cercana
y reuniones de cofradías andariegas.
Los encuentros de aquellos amigos de la vida
serán el ágape a la memoria eterna.

La familia es elegida mágica
como un clan unido de los cuatro vientos,
apoyándose mutuamente y en común acuerdo
en pos de un mismo objetivo.

Los momentos de estudio y la jarana nocturna
hinchan nuestros corazones de secreta burguesía.
Cuida, camarada querido, de tantas comilonas
y vuelve a la caminata, el huerto y el frutal.

La esperanza de amores
llegan en los bailes del pueblo.
Y para los unidos en fiestas,
el hogar es el rincón perfecto.

Oh, casa de cerco de Cedro
y escaleras de pulido Fresno,
te alzas blanca en maderas trabajadas
bajo tejas de Roble cantor.

Oh casa que el jinete a dejado,
y resguardas un corazón anillado;
el árbol y el trébol viilan el jardín
de lechuzas, zorras y serpientes.

Eres estable, morada soñada,
y si alguien me pregunta por tiempo
diría que en un año, oh bello hogar,
construí una vida, oh, casa mía!

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